Verso 13a: Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él,
Este verso describe nuestra condición espiritual al momento de nuestra conversión: estábamos "muertos" espiritualmente, a causa de nuestros pecados. Así como en la circuncisión se retiraba una membrana, simbólicamente en el bautismo Dios retiró la membrana de pecado que cubría nuestra vida; esa membrana de pecado que impedía la comunión con Dios era nuestra "incircuncisión", pero así como Jesús resucitó y está vivo, ahora nosotros, lo que tenemos fe, estamos vivos "en Cristo", nuestra vitalidad depende de nuestra relación con Jesús.
Verso 13b: perdonándoos todos los pecados,
Verso 14: anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
La plenitud de vida que ahora disfrutamos es posible gracias al perdón de nuestros pecados. Dios nos ha perdonado para que en Cristo Jesús estemos completos (2:10)
El perdón que Dios nos otorga se debe a la anulación del "acta de los decretos que había contra nosotros". Todos nuestros pecados "anotados en un acta" nos acusaban delante de Dios. Esa acta, la de cada uno de nosotros, fue "quitada de en medio", nos estorbaba para gozar de la comunión con Dios; por tanto, Dios la retiró y la clavó en la cruz del Calvario.
El perdón de "todos" nuestros pecados es lo que Jesucristo logró en la cruz del Calvario: ¡para eso murió en la cruz! El gran propósito del sacrificio de Jesús en la cruz fue anular el acta, perdonarnos: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Yahvéh cargó en él el pecado de todos nosotros." (Isaías 53:5-6)
Verso 15: y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Cuando el ejército romano vencía a su enemigo en el campo de batalla, tomaban a los prisioneros y los "despojaban" de sus armas, perdían así su poder. Entonces el ejército vencedor regresaba a Roma con los prisioneros; en Roma se organizaba un desfile y todo el pueblo salía a las calles a disfrutar del espectáculo. El ejército triunfador desfilaba por las calles de Roma, detrás de ellos, encadenados, marchaba el ejército derrotado para burla del pueblo de Roma. Este desfile era la "exhibición pública" del ejército derrotado. ¡A esto se refiere Pablo!
Jesucristo en la cruz del Calvario derrotó a las fuerzas demoníacas, "triunfó sobre ellos en la cruz". Muchos pensaríamos que es en la resurrección donde se dio la victoria de Jesús y que la cruz tiene toda la apariencia de una derrota; pero estamos muy equivocados ¡las apariencias engañan!
Ni los soldados romanos, ni los sacerdotes, ni los fariseos, ni los maleantes crucificados a los lados de Jesús, ni las mujeres al pie de la cruz, ¡ni Juan! Percibieron lo que en verdad estaba sucediendo. Las apariencias engañaron a todos, pues solamente veían "físicamente" a una persona crucificada, "derrotada".
Pero en un plano espiritual, en el verdadero, una gran batalla se estaba llevando a efecto en la cruz y allí, ¡en la cruz! Jesucristo derrotó a los demonios y allí, en la cruz "los exhibió públicamente".
Verso 16: Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,
Verso 17: todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
Los judíos y los grupos filosóficos griegos, pretendían lograr una "mayor espiritualidad" mediante la observación de ciertos preceptos, que incluían, entre otros, la abstinencia de ciertos alimentos, el no beber ciertas bebidas, así como la estricta participación en fiestas religiosas y fechas especiales.
Pablo aclara que todo este estilo de vida ritual es solamente una "sombra de lo que ha de venir"; son representaciones de una realidad que está por venir, en referencia al nuevo pacto en Jesús.
"El cuerpo" es una referencia a la iglesia (v19); cada uno de nosotros, como creyentes en Cristo, simbólicamente formamos el cuerpo de Cristo y nos nutrimos para nuestro crecimiento de Dios (v19), no de rituales y tradiciones.
"Por tanto, nadie os juzgue"; ahora somos libres en Cristo Jesús, él ha triunfado en la cruz del Calvario, ya no hay acta que nos condene; en Jesús estamos completos.
No debemos ceder, por tanto, ante las críticas de quienes, pretendiendo una mayor espiritualidad, quieren obligarnos a la abstinencia y a los rituales, los cuales "no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne" (v23)
Hoy celebramos nuestra libertad en Cristo, las fuerzas demoníacas han sido vencidas en la cruz, no critiques, no dejes que te critiquen; juntos cultivemos esa hermosa comunión con Dios ahora que en Cristo estamos completos.
Verso 18: Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal,
Verso 19: y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.
Pablo describe aquí a ese falso maestro que anda paseándose por las iglesias de la región. Se cree ser tan humilde que no es digno de dirigirse directamente a Dios y por tanto enseña el "culto a los ángeles", creando intermediarios; pero como la Biblia nada enseña de esto, en realidad este falso maestro "se entremete en lo que no ha visto". En realidad, dice Pablo, está "vanamente hinchado", detrás de esa máscara de humildad y espiritualidad se esconde una persona soberbia, orgullosa egocéntrica, materialista; una "mente carnal".
Obviamente, este falso maestro no está sujeto a "la Cabeza"; se cree independiente de la iglesia. Pero Pablo aclara que cada creyente verdadero "crece" en virtud de su unidad a la congregación. Así como los miembros del cuerpo se unen por ligamentos, los hermanos estamos unidos por amor unos a otros y todos sujetos a la guía de Jesucristo para crecer.
Verso 20: Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿Por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos
Verso 21: tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques
Verso 22: (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?
Verso 23: Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.
En nuestro bautismo simbolizamos nuestra muerte al mundo, por tanto, no deberíamos vivir según los usos y costumbres del pecado.
La gente "del mundo" vive con miedos, esclavizados a supersticiones; por ello se someten a los "preceptos" religiosos que la tradición marca. Quienes cumplen con esos preceptos creen estar a un nivel superior de espiritualidad, creen tener cierto control de las fuerzas espirituales o del destino, creen conocer los misterios ocultos de lo divino.
Sin embargo Pablo declara que "no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne"; los ritualistas y tradicionalistas, igual sucumben ante los deseos pecaminosos y cometen escandalosas perversiones.
Nosotros sabemos que Jesús a vencido a toda fuerza malévola; nos ha perdonado todo pecado y al tener comunión con Él estamos completos y somos libres. Por tanto, ya podemos vivir confiados. Amén.
JFVS